viernes, 30 de noviembre de 2012

Chiloé


Hace ya unos cuantos años, estando aquí en esta España mía, ya supe que él me quería.
Tardé mucho, en sentir que tenía que viajar allá lejos para poder encontrarlo, pero al final me fui.
Y crucé los grandes mares, los mares inmensos, aquellos mismos mares que nuestros gallegos de muy antes habían atravesado.
Y llegué a ti, a esa isla con magia que ellos hicieron suya, 
CHILOÉ

¿Porqué casi no me dejaste volver?
¿Para qué me enseñaste todos tus encantos y misterios?
¿Porqué me pusiste el camino tan apasionante y difícil?

¡Cómo me cautivaste con tus ricos manjares con sabor a mar!
¡Cómo te derrumbaste delante mío para no querer nunca dejarme salir!
¿Por qué tu lluvia y tu sol, peleándose siempre a ver quién ganaba, me regaron entera y se empeñaron en hacer brotar la semilla que llevaba dentro?
¿Por qué lo hiciste? 
¿Qué o a quién querías que encontrara?

Y allí lo supe, supe que él siempre me estaba buscando, desde el inicio de los tiempos, desde mucho antes que fuéramos lo que somos, y en mi empeño de encontrar ese misterio que tanto me quería, te recorrí entera.
Chiloé, me abriste tus caminos, me despejaste tus cielos, me hiciste brillar tus estrellas, me enseñaste todos tus tesoros más queridos, tus plantas, tus lagos, tus delfines, tu gente, y entonces ahí fue cuando por fin pude encontrarle, sentirle y empezar a quererle.


marzo 2011

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