miércoles, 12 de diciembre de 2012

Mírame a los ojos y cuéntame!




Mírame a los ojos y cuéntame. Cuéntame lo que en el alma te incomoda. Cuentame tu pena, tu dolor y también tu alegría. Cuéntame con tus ojos lo que no puedes decirme con palabras.

Tomate tu tiempo, respira hondo y dime.

Mírame diferénciate, es una iniciativa creada por profesionales de la salud que quieren hacer patente la necesidad de realizar una medicina más humana, más cercana. Una medicina en que la distancia entre el profesional y el paciente sea lo más pequeña posible. Una medicina en la que tratemos a personas y no a enfermedades. Una medicina centrada en las necesidades del ser humano.

No olvidemos nunca que podemos ser profesionales y pacientes a la vez. Atravesar la barrera es solo cuestión de tiempo. Tarde o temprano estaremos del otro lado.
Hagamos las cosas como nos gustaría que las hicieran con nosotros pero sobretodo como le gustaría que las hiciéramos a quién tenemos delante.


Felicidades! Hemos cumplido un año, somos todavía muy pequeños, queda mucho camino que recorrer y mucho que aprender.





viernes, 30 de noviembre de 2012

Chiloé


Hace ya unos cuantos años, estando aquí en esta España mía, ya supe que él me quería.
Tardé mucho, en sentir que tenía que viajar allá lejos para poder encontrarlo, pero al final me fui.
Y crucé los grandes mares, los mares inmensos, aquellos mismos mares que nuestros gallegos de muy antes habían atravesado.
Y llegué a ti, a esa isla con magia que ellos hicieron suya, 
CHILOÉ

¿Porqué casi no me dejaste volver?
¿Para qué me enseñaste todos tus encantos y misterios?
¿Porqué me pusiste el camino tan apasionante y difícil?

¡Cómo me cautivaste con tus ricos manjares con sabor a mar!
¡Cómo te derrumbaste delante mío para no querer nunca dejarme salir!
¿Por qué tu lluvia y tu sol, peleándose siempre a ver quién ganaba, me regaron entera y se empeñaron en hacer brotar la semilla que llevaba dentro?
¿Por qué lo hiciste? 
¿Qué o a quién querías que encontrara?

Y allí lo supe, supe que él siempre me estaba buscando, desde el inicio de los tiempos, desde mucho antes que fuéramos lo que somos, y en mi empeño de encontrar ese misterio que tanto me quería, te recorrí entera.
Chiloé, me abriste tus caminos, me despejaste tus cielos, me hiciste brillar tus estrellas, me enseñaste todos tus tesoros más queridos, tus plantas, tus lagos, tus delfines, tu gente, y entonces ahí fue cuando por fin pude encontrarle, sentirle y empezar a quererle.


marzo 2011

La Dentadura




Una historia verídica como la vida misma que me sucedió en la infancia.



Erase una vez...(1970 y poco)

Mi padre y yo

En el Chile de aquel entonces, en las familias de clase media, como nosotros, era habitual tener una "empleada puertas adentro" que se llamaba.
Y que no era más que una señora venida del pueblo a la capital a trabajar a cambio de casa y comida, además de por un, creo, miserable sueldo.

Las vacaciones de verano, también le estaban "pagadas" a la señora.
Con lo que la correspondiente ama de casa, o sea mi madre, no pegaba ni brote en labores domésticas e infantiles.
Vamos, igualito a lo que nos viene tocando a nosotras. Peazo del liberadas e intelectuales mujeres que hemos elegido ser!

Ese año nos fuimos de vacaciones a la playa.

Y la señora América, así se llamaba la natural del mismo sitio, aprovechando que no había ventanas para limpiar, polvo que sacar, en el camping y en la tienda de campaña donde vivíamos no lucían mucho dichas labores, en sus tardes libres de trabajo, se iba al bar del pueblo a echarse unos traguitos y a ver si le daba al cuerpo alguna que otra alegría más.
En una de esas tantas salidas y en uno de los primeros días de la temporada, llegó por la noche borracha perdida. Y en un ataque de vomitera, perdió la preciada dentadura, en plena noche y en medio de la inmensidad de la arena playil.
¡Desgracia total!

Ya pueden imaginar al día siguiente. ¡Menudo panorama!
Primero el tener que reconocer como había sucedido tan enorme pérdida y hacer ánimos para afrontar las comidas veraniegas y el posible ligoteo con tremenda ausencia!

Por la tarde, cuando los niños ya se habían remojado hasta la saciedad, yo, que ya empezaba a perfilar ese gen reciclador y recuperador que algunos conocéis, me puse a remover la arena por donde más o menos parecía que había podido ir a parar la tan valiosa colección de perlas masticadoras. Y, destino o providencia o habilidad de la niña, encontré el tesoro con las palitas de colores que usaba para las oportunas excavaciones.
Allí estaba, ELLA, mirándome, dispuesta a lanzárseme directamente a la yugular, la dentadura entera de la América, con diente de oro incluido.

América, después de llorar toda la noche su pérdida y su cogorza, se había resignado ya a cocinar un poquito más del puré que compartiría con el entonces único bebé de la familia, mi hermanito.
Al recuperar lo que ya creía perdido, me llenó de besos desdentados antes de lavar y colocar a buen recaudo su preciado tesoro.

Y siguieron íntegras, pues, las personas y las vacaciones familiares.
La anécdota aún permanece en la memoria de la familia, y si vive, América seguro que también se acuerda.

¿Qué será de ella
?

martes, 28 de agosto de 2012

El y los sentidos


El sentido de hacer las cosas con cariño, el sentido de hacerlas con
cordura, con dignidad y con respeto, con sabiduría pero también con
conocimiento de nuestra ignorancia y limitaciones.
El sentido de querer siempre aprender, aprender a enseñar y enseñar
aprendiendo.
El sentido de saberse querido por saber querer.
El sentido que da a nuestra vida el sentir. El sentir que se siente,
se siente tan dentro.
El sentido de la vista que te hace ver lo que los demás sienten, lo
que ellos sienten y sienten de ti.


El oído que ya de por si siente y que te permite sentir lo que te
viene de afuera y que no solo sientes tú.
El tacto que te hace también sentir. Tocar es sentir y sentir que
tocas es sentir que te sienten. Tocar y acariciar y que te devuelvan
más de lo que has dado, es sentir tanto.
El gusto por querer gustar lo que quieres o deseas sentir, lo que
sientes que deseas que gusten de ti y que sientan y sientas con gusto,
que les gustas.
¿Y el olfato? El perfume de sentir algo tan difícil de decir como se siente.
Entre todos, entre los sentidos y el sentido en esencia, es como en realidad nos sentimos y como nos sienten los que nos sienten queridos.

sábado, 25 de agosto de 2012

Mi pulgar




¡Socorro! ¡Un médico, por favor un médicoooo!
¡Una mujer se desangraaaaa, se desangra y necesita ayuda!!

Así fue como casi pierdo la vida, así fue.

Venía del trabajo y me había ido a casa de mis padres ellos no estaban, no tenía ganas de irme a la mía y quería estar sola.  

Me moría de hambre y en la nevera no había nada. 


Sí, había algo, una cebolla, un resto de mantequilla y un litro de leche y una botella de agua, nada al fin y al cabo. Una nevera a la italiana como decimos en mi familia.



Buscando y rebuscando en la despensa apareció ella, como si de una bendición se tratara: ¡Una lata de almejas chilenas! Que rico fue encontrarse con algo de mi tierra cuando me sentía tan sola.



Y fui al ataque.



Duraron, lo que dura "un caramelo en la puerta de un colegio", como decimos nosotros, o sea nada, el tiempo que transcurre entre la lata, el tenedor y la boca. Sin más aditivos que ellas mismas.



"No quedó ni el boleto", como también decimos en mi país. Ni el juguito se salvó de mi avaricia.



Pero en mi afán de no dejar objetos peligrosos en la basura, al intentar meter la tapa bien adentro, ¡zaz! me corté el dedo.



Sí, me corté el dedo, el dedo entero, el pulgar para ser más exacta.


La tapa cual hoja de bisturí recién estrenada, diseccionó con la rapidez de un rayo todas las capas de mi persona.

Atravesó mi piel, cortó tendones, arterias y venas, seccionó el hueso como si de papel celofán se tratara.

Y allí quedó, él, estirado en el frío mármol de la cocina.

Desde su posición distante, me miraba y me decía:

                  - ¡Por fin me separé de ti, por fin ya no soy tuyo! Tengo alma propia después de tantas décadas de dominación.

Yo lo miraba y no me podía creer lo que estaba viendo. ¡Era mi pulgar el que me hablaba!

Yo desangrándome de vida y él hablándome como si nada.

             - ¡Ya no podrás mandarme más! me decía con rabia. ¡Ya no seré nunca más tu esclavo!

Yo no entendía nada, yo pensaba que todo mi cuerpo era mío siempre. Nunca me habría imaginado que algo de mí tomara vida propia. Era como una pesadilla. Yo sin él, y él sin mí, feliz.

Puesto que nadie vino en mi ayuda, los dos seguimos caminos diferentes, yo intentando sobrevivir a mi pérdida y él ganando identidad.

Me planteé en ese momento, a pesar de mi precario estado hemodinámico, que ya que la situación era irreversible, no me quedaba más remedio que buscar soluciones rápidas y factibles si no quería perder además de un dedo, la vida entera.

Así fue como de repente salió de muy dentro la rabia oculta por perder algo que pensaba que solo podía ser mío.

                - Tú, le dije, tú que durante tantos años parecías imprescindible. Tú, la pinza con la que yo podía manejar mi mano. Tú, el de mi mano derecha, tan necesaria siempre, tan necesaria la derecha a pesar de todo. Tú, en realidad nunca fuiste mi preferido. Mi preferido era él, el que más me gustaba era él, el que más me ayudaba, el que más protagonismo tenía en mi vida.

Si él, él, tu compañero. Tu vecino de al lado, ese que sirve para lo que tú no sabes. Él, el que descubrió mundos nuevos, el que sabe mandar, el que urga en mi nariz cuando nadie me ve. 



Él, el primero siendo siempre segundo, el menos grande siendo tan importante.
No te preocupes, sobreviviré sin ti y le enseñaré como suplantar tu autoridad. Aprenderá habilidades que tú tenías innatas y desarrollará capacidades nuevas.

Y si sobrevivo a esta, volveré a tener en mis manos, a pesar de todo, el poder de seguir creando con ellas todo lo que se me antoje.


¿No tendrá alguien por casualidad una tirita?